Dentro de la historia de Porsche, solemos acordarnos de Ferdinand Porsche, el fundador, y de Ferry Porsche, su hijo. Y pocas veces nos acordamos de Louise Piëch, hija del fundador, y una pieza clave en el desarrollo de la marca y de sus éxitos deportivos.
En Austria, Louise Piëch era una personalidad importante, aunque nunca buscó el reconocimiento que se merecía fuera de sus fronteras. A diferencia de su hermano, Ferry Porsche, Louise nunca se convirtió en un icono. Sin embargo, la red de distribución que dirigía superó en ventas a la propia marca Porsche y muchas veces en rentabilidad. En sus primeros 50 años de funcionamiento generó 25.000 millones de dólares vendiendo y ocupándose del mantenimiento de 2 millones de automóviles.

Todo cambió en la vida de Louise Piëch el 29 de agosto de 1952, el mismo día que ella cumplía 48 años. Entonces, era la mujer de Anton Piëch, abogado y gerente de la Porsche Konstruktionen GmbH -así se llamaba la importadora austriaca-, que contaba entonces con 71 empleados y se dedicaba a la importación y distribución de modelos Porsche y Volkswagen. También era madre de cuatro hijos: Ernst (entonces con 23 años), Louise (20), Ferdinand (15) y Hans-Michael (10).
Residían en la casa familiar de Zell am See, pero también tenían un piso en Salzburgo, desde donde dirigían la compañía, y una casa para el verano en Wörthersee. (Cosas de la vida, actualmente, y desde hace más de 20 años, se celebra en Wörthersee, en mayo, la mayor concentración de VW, Audi y Porsche del mundo).
Ese 29 de agosto de 1952 estaban en Wörthersee para celebrar su cumpleaños, pero Anton no se decidía a llegar. Finalmente, nunca llegaría. Había padecido un ataque al corazón. Anton Piëch falleció ese mismo día, pocos días antes de cumplir 58 años.

A sus 48 años, Louise Piëch se vio de repente al frente de la Porsche Konstruktionen GmbH. Esa empresa, al igual que la propia Porsche, era la propiedad conjunta de los dos hijos de Ferdinand Porsche, Ferry y Louise. Y algunos dudaron de la capacidad de Louise Piëch para dirigir la empresa.
Los comienzos de la importadora no fueron brillantes. En 1949, vendieron 14 VW Escarabajos en Austria y en 1952 tan sólo 798 unidades. Quizá habría sido mejor vender la distribuidora y concentrarse en la fabricación de coches. Finalmente se decidió seguir adelante y Louise estaría al frente. Finalmente, dirgiría la empresa con maestría.
Todo el mundo sabía que, en realidad, en la sombra y de manera sutil, quien dirigía la empresa era Louise Piëch. Las decisiones que tomaba Anton Piëch no eran más que el reflejo de la voluntad de Louise Piëch. No en vano, Louise se fue preparando, sin saberlo, para dirigir la empresa. Ferdinand Porsche siempre hablaba de los temas importantes con su hija Louise. El propio Ferdinand Porsche ya veía que su hija podría sacar el negocio adelante.
Predestinada para dirigir Porsche

Y es que en su testamento, en contra de la costumbre que todavía prevalecía en toda Europa, no dejó su principal propiedad –en esta caso la empresa- al mayor de los varones de la familia, o al único varón en su caso, sino que dividió en dos su empresa para dejarla en herencia a sus dos hijos. Los dos hermanos decidieron ser copropietarios de los dos empresas resultantes del testamento, pero cada uno administraría la suya a su manera, las direcciones serían separadas e independientes. De todos modos, Louise Piëch era la que más sentido empresarial tenía, además de ser muy fiel a la familia y al legado de su padre.
En agosto de 1904, Ferdinand Porsche estaba en Austria trabajando para Jakob Lohner, sobre el proyecto de un coche eléctrico, cuando nació su hija Louise Hedwige Anna Willhelmine Marie Porsche. En 1907, la familia se mudó a Wiener Neustadt, a 50 km de Viena, pues Ferdinand había sido nombrado a la dirección técnica de la Austro-Daimler. Ferdinand era adicto al trabajo y la paciencia de su hija no conocía límites, pues no se dormía si su padre no le había deseado las buenas noches.
Tras la Primera Guerra Mundial, Porsche entró a trabajar para Daimler, fabricante de los Mercedes, en Stuttgart. Louise, que tenía el carné de conducir desde 1918 (se lo sacó con 14 años…), se interesó entonces por la competición. En 1926 tomó parte en un rally junto a Rudolf Caracciola y Adolph Rosenberger, pilotos oficiales de Mercedes. En un tramo de subida, Louise marcó un mejor tiempo que sus “compañeros” de marca. Ferdinand estaba convencido que lo logró porque no tuvo remordimientos en subir de vueltas el motor más allá de lo razonable.
A mediados de los años 20, Louise empezó a salir con un abogado que acababa de licenciarse y que estaba en prácticas en el bufete paterno, Anton Piëch. Se casaron el 28 de junio de 1928. Tras la Segunda Guerra Mundial mostró la misma determinación que en competición e hizo gala de su habilidad para los negocios. Con la caída de la Alemania Nazi, las propiedades de alemanes en Austria serían confiscadas por el gobierno austriaco.

Los Porsche corrían el riesgo de ver todas sus posesiones nacionalizadas. Louise, que tenía la nacionalidad austriaca, puso todo a su nombre y así evitar que se pudiesen confiscar empresas y propiedades, como la famosa granja-taller de Gmünd. Como consecuencia, se creó el 1º de abril de 1947 la Porsche Konstruktionen GmbH en Salzburgo.
En 1948, consiguió el contrato de distribución de los Volkswagen para Austria. Con un único y pequeño préstamo en el bolsillo dejaron Gmünd y se instalaron en unos garajes de Salzburgo. En mayo de 1949, recibieron los primeros 14 VW Escarabajos. Se quedaron 7 unidades como coches de demostración y vendieron los otros 7.
En 1953, el mercado se liberalizo y Louise ya vendió 5.218 VW en 1954, es decir, controlaba el 25% del mercado. Desde 1959, Volkswagen es la marca líder en Austria… En 1961, se celebró el VW nº 100.000 matriculado en Austria y Louise decidió crear su propia red de concesionarios, la Porsche-Inter Auto. Naturalmente, empezó a importar los Porsche una vez que se fabricaron en serie en Alemania.
La competición en la sangre
Con su hijo Ferdinand Piëch al frente del departamento de ingeniería en Porsche y como responsable del 917 (ya había desarrollado el motor del 804 F1 y los Porsche 906 y 908), Louise consiguió que en 1970 corrieran dos 917K, Österreich 1 y Österreich 2, con el apoyo oficial de la marca, a pesar del enfurecimiento de John Wyer, que no se espera una competencia interna a sus “917 Gulf”.
En las 24 Horas de Le Mans de 1970, un Porsche 917 k Salzburg (el nº 917-023 con los colores de la ciudad austríaca) ganó la prueba de resistencia con Richard Attwood y Hans Herrmann al volante. La carrera de ese año fue marcada por la lluvia y la niebla, muy pocos coches llegaron al final.
Pero Porsche consiguió un triplete y su primera victoria absoluta en Le Mans. El 917K de Attwood y Hermann fue el ganador, mientras que el 917L cono los colores de Martini -con Gérard Larrousse y Willi Kauhsen- terminó segundo. El Porsche 908/2L se colocó en tercera posición, pilotado por Rudi Lins y un tal Dr. Helmut Marko (eso sí, a 7 vueltas del vencedor...).
Hacia el final de su vida, Louise seguía dirigía la filial austrica de Porsche, incluso después de que los dos clanes, Piëch y Porsche, acordasen no dirigir la Porsche (desde entonces se limitan a un consejo de supervisión). Por supuesto, siguió pintado a la acuarela, una de sus grandes aficiones (empezó con 20 años) y nadando cada día para estar en forma.

También siguió conduciendo a muy buen ritmo… Siempre tuvo buenos coches a su disposición, como el primer 911 Turbo o uno de los primeros Audi Quattro. Las máquinas más rápidas de la familia siempre estaban a su disposición. De hecho, comentó una vez: «Siempre he conducido los coches de mi familia. Primero, los de mi padre, luego los de mi hermano y ahora los de mi hijo». Louise Piëch falleció en 1999.
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